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Antiguo 31-may-2007  

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Iniciado por ernestho55
LOS MITOS DE LA INMIGRACIÓN

Los españoles también hemos sido emigrantes

Dicen que las mentiras más grandes son las verdades a medias, y eso ocurre con esta afirmación. Es verdad que los españoles han emigrado, principalmente a Latinoamérica y, tras la Segunda Guerra Mundial, a otros países de Europa. Pero hay diferencias substanciales con los actuales flujos inmigratorios con destino a España:

1º) Los españoles, en su mayoría, emigraban de acuerdo a la ley, tanto española como del país de destino. No cruzaban clandestinamente las fronteras, burlando a las autoridades. Los servicios consulares en colaboración con el ministerio de trabajo cooperaban, en la medida de sus posibilidades, con el país de acogida con vistas a regular el trabajo de los españoles, y éstos, también en su gran mayoría, no pasaban a engrosar las filas de la economía sumergida, sino que desempeñaban trabajos debidamente dados de alta en la seguridad social, cotizando y pagando los correspondientes impuestos. Sin embargo, la inmigración masiva que padece España está compuesta en buena parte por inmigrantes sin papeles, que burlan los controles fronterizos de las autoridades españolas, incrementan las filas de la economía sumergida, que no paga impuestos, al tiempo que los gobiernos de sus países de origen se desentienden de ellos y apenas cooperan con las autoridades españolas, ya sea para regular el trabajo de sus ciudadanos, para impedir la actuación en su territorio de las mal llamadas “mafias de la inmigración” que atentan contra los legítimos derechos de España, o para la repatriación de los indocumentados.

2º) Los países a los que se dirigían los españoles necesitaban mano de obra, ya fuera en América, continente con múltiples posibilidades, o en la Europa de la posguerra, que había visto reducida su población masculina e iniciaba las políticas de reconstrucción. Sin embargo, España es el país de la CEE con mayor índice de paro, y resulta absurdo pretender traer mano de obra extranjera mientras un 15% de la población activa se encuentra en situación de desempleo.

3º) Las diferencias culturales y sociológicas de los emigrantes españoles y de la población de acogida no tienen comparación con los de buena parte de la población inmigrante que llega a España, y por tanto los problemas de asimilación eran bastante menores. Los españoles que emigraban a Francia, Suiza o Alemania compartían con la población de dichos países unos mismos valores socioculturales procedentes de su historia común y de su identidad religiosa cristiana. Nada de esto sucede con la inmigración procedente de China, del magreb, del área subsahariana ...

Los inmigrantes desempeñan trabajos que los españoles no quieren realizar

Quien esto afirma viene a decir que los españoles somos muy finos y se nos caen los anillos trabajando como peones agrícolas o de la construcción, empleadas del hogar, personal de limpieza, ayudantes de bar y de cocina, y en general, trabajos de baja remuneración. Lo cierto es que todo trabajo, mientras sea honrado, es digno, lo cual se olvida fácilmente en una sociedad eminentemente capitalista que alienta lo material y lo superficial. En cualquier caso, la realidad es que los españoles quieren trabajar de acuerdo a las conquistas sociales de los últimos decenios, es decir, llevando a cabo una jornada laboral adecuada, en unas condiciones laborales adecuadas y por un salario adecuado. En el caso de una empleada del hogar, deseará la jornada laboral que marca el convenio, en las condiciones que marca el convenio y por el salario que marca el convenio. Pero siempre habrá una inmigrante que esté dispuesta a hacer más horas, por menos dinero y sin alta en seguridad social, de ahí que pocas españolas estarán dispuestas a renunciar a los derechos laborales que tanto tiempo y esfuerzo han costado al pueblo español y adaptarse a las pretensiones más humildes de la población inmigrante. En el campo no faltan españoles dispuestos a realizar las tareas agrícolas, pero siempre habrá inmigrantes que aceptarán jornadas de diez horas, seis días a la semana, por menos dinero, sin seguro agrario y en invernaderos insalubres y desprotegidos frente a los pesticidas. Y así podemos seguir con el resto de trabajos. Y aún cuando se cumpla a rajatabla la normativa laboral, siempre habrá inmigrantes de sobra para cubrir esos puestos, de forma que al sobrar la mano de obra los empresarios no necesitan incentivar a los trabajadores aumentando los salarios y por consiguiente elevando su poder adquisitivo. Los salarios bajos permiten que los de siempre tengan más beneficios que nunca. Los perjudicados son, una vez más, los españoles que componen la clase trabajadora, es decir, la mayoría de la población.

Los inmigrantes aportan riqueza al conjunto del Estado

Esta es una visión muy simplista que se basa únicamente en las cotizaciones a la seguridad social y el gasto sanitario y en pensiones que ocasionan los inmigrantes. Aún cuando es prematuro extraer resultados concluyentes, y dada la presión gubernamental y empresarial por incrementar el número de inmigrantes, es difícil dar credibilidad a estos datos, pues es sabido que primero se decide qué se quiere demostrar y a continuación se aportan los datos estadísticos que refuerzan esa tesis y se ocultan aquéllos que la debilitan, podemos aceptar en principio que es posible que hoy por hoy los inmigrantes aporten a la Seguridad Social más dinero que el gasto que producen en materia de sanidad y pensiones, pero resulta imperativo hacer las siguientes matizaciones:

1º) La población inmigrante es todavía eminentemente joven y por tanto razonablemente sana. Habrá que esperar dentro de unos años un fuerte incremento en sus necesidades sanitarias y en materia de pensiones. Podemos decir que sus cotizaciones representan para el pueblo español pan para hoy y hambre para mañana. Pero ya que hablamos del gasto sanitario, digamos toda la verdad, puesto que también es necesario mencionar la tristemente conocida alta tasa de portadores del virus VIH en África, así como el hecho de que una parte importante de mujeres inmigrantes se dedica a la prostitución, con el correspondiente riesgo para la salud pública.

2º) Los inmigrantes no sólo ocasionan gastos con cargo a la seguridad social, también hay que incrementar la dotación del ministerio de Trabajo y de Interior para atender a sus necesidades y regular su estancia (ya hay un secretario de Estado para la Inmigración, y no sería sorprendente que en un futuro cercano se cree un ministerio para tal fin). Dada la fuerte natalidad de los inmigrantes y ya que hay que proceder a la escolarización de sus hijos, es necesario resaltar que muchos de éstos precisan, ya sea por dificultades idiomáticas o de integración, de planes pedagógicos especiales que requieren de una parte no despreciable del presupuesto educativo. Muchos de los inmigrantes, documentados o no, tienen problemas de adaptación o viven en bolsas de marginalidad, por lo que consumen buena parte de los recursos del ministerio de Asuntos Sociales y de los departamentos asistenciales de comunidades y ayuntamientos, así como de ONGs de subvención estatal. Los extranjeros, con o sin papeles, protagonizan el 30% de los crímenes cometidos en España [El País, 6 de Agosto de 2000], y representan buena parte de la población reclusa española. Asimismo, y en lo que respecta a la lucha contra la inmigración ilegal, ésta supone un coste colosal (crecientes dotaciones policiales, costosísimas vallas fronterizas en Ceuta y Melilla, helicópteros, patrulleras, gastos de expulsión...).

3º) Buena parte del dinero que obtienen los inmigrantes es enviado a sus países de origen para el mantenimiento de sus familias. Nadie se ha molestado en evaluar el dinero que por este motivo sale de España. Muchas veces se nos informa de las precarias condiciones de vida de los inmigrantes, como el hecho de que muchos viven hacinados o en infraviviendas pese a contar con un trabajo digno, y se nos quiere vender como ejemplo del racismo de los españoles el que estas personas no encuentren a nadie que les quiera alquilar un piso. Esto es cierto sin duda en algunos casos, pero es igualmente cierto que en otros casos el motivo viene dado por el deseo del inmigrante de gastar lo mínimo para poder enviar la mayor cantidad posible de dinero a sus familias.

4º) Por último, no cabe hablar sólo de la riqueza que aportan, también es menester dar a conocer aquélla que impiden crear. Su masiva incorporación a la fuerza laboral posibilita el crecimiento cero de los salarios; al no crecer el poder adquisitivo de los trabajadores, tampoco crece el consumo interior, lo que perjudica a todas las empresas que no se dedican a la exportación (es decir, la mayoría de las empresas, en especial el pequeño comercio). Por desgracia, muchos de los inmigrantes, aún con papeles, engrosan las filas de la economía sumergida, que no pagan impuestos y por consiguiente su aportación a la riqueza del conjunto de los españoles es harto discutible. Mientras exista una alta tasa de paro en España, es evidente que la inmigración extranjera dificulta la resolución de este problema, por lo que el Estado deberá seguir destinando una fuerte dotación presupuestaria para satisfacer las prestaciones por desempleo, dotación que podría ser empleada en educación, sanidad, infraestructuras ...

Los inmigrantes son necesarios dada la baja natalidad española

Aquí se evidencia la mala fe de los apóstoles de la inmigración. Desde el inicio de la transición se ha venido ridiculizando la política de natalidad alentada por el régimen franquista, a la que se ha achacado como la causante de innumerables males, desde el aumento del paro al crecimiento de los índices de delincuencia y drogadicción de los ochenta. Ahora resulta que la carencia de una política de natalidad pone en peligro las pensiones del futuro. Lo que antes era malo ahora es bueno, y los mismos que antes vituperaban con sorna la política que fomentaba la existencia de familias numerosas, afirman hoy su necesidad de forma solemne y sin rubor alguno. Como quiera que a los españoles se nos ha inculcado en el último cuarto de siglo que ya no están los tiempos para tener muchos hijos (como si durante la época de nuestros padres y abuelos los panes venían llovidos del cielo), y que eso es síntoma de un atraso cultural alentado por la Iglesia para perpetuar a la mujer en su rol de madre y mantenerla aprisionada en el hogar, ahora resulta difícil dar un giro de 180 grados, por lo que afortunadamente y para salvación nuestra ahí tenemos a los inmigrantes, que carentes de complejos mantienen una alta tasa de natalidad. En definitiva, parece que de lo que se trata es de que nazcan pocos niños de españoles y muchos niños de inmigrantes, de forma que España pierda algún día su razón de ser y pueda fusionarse dócilmente a otras “ex_naciones”.

Si el problema es que nacen pocos niños, lo lógico es que el Estado fomente e incentive las familias numerosas, pero lo cierto es que esa política es prácticamente inexistente. Los partidos políticos en el poder, fieles a los intereses de las multinacionales, lejos de apostar por una política de natalidad preconizan una política inmigratoria, y para ello meten miedo a la población afirmando que hacen falta más cotizantes para poder garantizar el mantenimiento de las pensiones. Si hacen falta más cotizantes, podrían empezar por buscar empleo al 15% de la población activa en paro, pero en cualquier caso, si las cotizaciones no bastan para pagar las pensiones, no hay ninguna ley que prohiba destinar alguna partida presupuestaria para reforzar las prestaciones sociales de nuestros mayores. Parece que existe un principio universal por el cual es imprescindible que la seguridad social se sostenga por sí misma, pero lo cierto es que este principio no se aplica prácticamente a ninguna otra rama del Estado (no hay nadie que sufrague la pretensión de que la educación se autofinancie, o la seguridad ciudadana, o la política de defensa ..., sin embargo, por algún motivo esotérico incomprensible para el común de los mortales, resulta imprescindible que la seguridad social no sea deficitaria). Pero es que además se omite el hecho de que la alta tasa de nacimientos entre los inmigrantes sólo se produce durante la primera generación, tal como sucede en los países que nos “aventajan” en materia de experiencia inmigratoria (Francia, Reino Unido, Holanda ...), sus hijos, una vez adoptan nuestras “costumbres”, pasan a tener un bajo índice de natalidad, lo cual les va de maravilla a los políticos mundialistas, puesto que les permite mantener la política inmigratoria de forma indefinida.

El rechazo a la inmigración alienta el racismo y la xenofobia

Este es el último recurso de los grupos de presión que pretenden imponernos su política inmigratoria. Si alguien no queda convencido con los clichés habituales en materia de extranjería (los inmigrantes desempeñan los trabajos que nosotros no queremos, aportan riqueza, garantizan nuestras pensiones y nos recuerdan que nosotros también fuimos emigrantes), debe guardarse para sí su opinión puesto que cualquier duda sobre las bondades de la inmigración puede alentar sentimientos de rechazo, y eso está muy feo. En definitiva, si no estás de acuerdo, te callas. Este es un chantaje moral claramente inmoral (valga la redundancia) que no podemos aceptar, y que además, parte de una premisa falsa consistente en hacernos sentir culpables de un problema del que somos ajenos, y que nos impide identificar a los auténticos culpables: los inmigrantes ilegales (que no los refugiados políticos) que han despreciado las leyes de nuestro país para promocionarse económicamente; los políticos españoles que con su dejadez y aquiescencia han fomentado la actual situación; los gobiernos de los países de origen, que consienten políticas de exclusión social y corrupción, y que posibilitan la existencia de una minoría que sustenta el poder y acapara para sí los recursos de la nación al tiempo que crea una ingente bolsa de pobreza, y por último, un sistema económico mundial que prima la riqueza de las multinacionales en detrimento de la riqueza de las naciones.

Denunciar la demencial y tiránica política inmigratoria no alienta “el racismo y la xenofobia” (una prueba de la machacona propaganda financiada por los círculos del poder es la ridícula unión de “racismo” y “xenofobia”; prácticamente nadie sabría decir cuál es la diferencia entre las dos palabras, y obviamente, nadie conoce a nadie que se califique de racista, pero no de xenófobo, o viceversa), sino que es un derecho soberano del pueblo español. Tengamos presente que la inmigración en cualquier caso no supone un fin en sí mismo, sino un medio para lograr un determinado fin. El sistema democrático español nos permite discutir o discrepar las decisiones políticas, y al igual que podemos alabar o criticar las medidas fiscalizadoras o educativas, nada nos impide hacer lo mismo con las relativas a inmigración. No permitamos que se nos imponga una visión monolítica que por otra parte no responde a los legítimos intereses del pueblo español. Recordemos a quien haga falta que existe una tímida ley de extranjería –que ya sabemos que a pesar de su moderación apenas se cumple- aprobada por el parlamento, es decir, por la mayoría de la representación soberana del pueblo español. Defender las leyes, en especial las emanadas del parlamento, no puede convertirse en motivo de vergüenza. Exijamos por tanto que se cumpla la ley, en especial, que se destinen los fondos necesarios para la protección de nuestras fronteras y para financiar la expulsión de los extranjeros que pretenden burlar nuestra soberanía, que no es otra que la emanada de la voluntad mayoritaria del pueblo español expresada libremente en las urnas. La libertad que ampara a los defensores de abrir las fronteras es la misma que permite a los ciudadanos afirmar la necesidad de protegerlas. Aquéllos que desean regularizar a todos los ilegales tienen la posibilidad de lograrlo votando a los partidos que sustentan dicha petición, y no les debería resultar difícil puesto que cuentan con el apoyo de la banca (“El BBVA estima que la economía precisa 300.000 inmigrantes al año”, El País, 30 de Junio del 2000), las altas finanzas y las multinacionales, así como de los medios de comunicación, todos ellos participados en mayor o menor medida por éstas. Pero mientras no logren esa mayoría, la obligación democrática de todo español es la de hacer cumplir las leyes emanadas del parlamento. Así pues, a los que nos acusen de “xenófobos” respondámosles calificándolos de dictadores.

No consintamos que nos dobleguen con el falso debate de que los inmigrantes también son personas, que sufren penalidades y que en su mayoría son buenas personas. Nadie lo pone en duda, y es por ello que el pueblo español destina a través de los presupuestos generales del Estado ayudas al desarrollo de sus países de procedencia. Es ahí donde cabe encontrar la solución y los españoles hace muchos años que contribuimos a ella. Pero al igual que si llegamos un día a nuestra casa y nos encontramos una habitación ocupada por un extraño, procederemos a llamar a la policía sin importarnos si el intruso es una buena persona que pasa un mal momento y sin preocuparnos de que nadie por ello se atreva a acusarnos de “excluyentes”, con la misma determinación hemos de proteger nuestra casa común que es España. Resulta triste que el individualismo de la sociedad de consumo sólo nos permita ver nuestra propiedad particular y nos haga insensibles ante la propiedad colectiva. Esos seres “bondadosos” que abren las fronteras del país a todos los necesitados pero que les cierran las de su casa recuerdan a los del viejo chiste de aquél que se autocalificaba de comunista-conservador: comunista de lo ajeno y conservador de lo propio.

Tengamos siempre presente que si hoy los españoles gozamos de prestaciones sociales no es por casualidad, sino por el esfuerzo de todos aquellos españoles que nos precedieron y que posibilitaron mediante su trabajo, y en ocasiones dando su vida por ello, que sus descendientes tuvieran una vida más llevadera. Defender el logro de nuestros antepasados es una necesidad y una obligación. Claudicar, callar, agachar la cabeza para que no nos acusen falsamente de insolidarios es una cobardía indigna de las esperanzas de nuestros padres y abuelos. Frente a la visión totalitaria de las bondades de la inmigración, hemos de alzar nuestra voz inconformista y proclamar nuestro derecho a la discrepancia.
Jo pues me parece de lo más coherente, sobretodo la última parte, y no veo nada de racismo por ningun lado, es más, los derechos de la clase trabajadora ahora se los están cargando.
 
Antiguo 31-may-2007  

Bueno, el capital siempre ha buscado la manera de abaratar la mano de obra. Siguiendo un principio muy básico de economía de mercado para bajar el precio de algo se inunda de oferta.

El siglo pasado los empresarios "lograron" la liberación de la mujer, osea, ponerla a trabajar en sus fábricas, este siglo será el de la "globalización" y el fin de las fronteras. Algo, en sí mismo bueno, pero utilizado con fines perversos.
 
Antiguo 31-may-2007  

El debate sobre la inmigración
Por Lorenzo Bernaldo de Quirós
La Ilustración Liberal


La inmigración se ha convertido en uno de los temas centrales de la agenda política del nuevo siglo. Por un lado, un gran número de países industrializados necesita importar mano de obra, con el fin de cubrir puestos de trabajo para los cuales no hay oferta doméstica (cualificada o no cualificada), y de financiar sus costosos sistemas de protección social. Por otro lado, en las sociedades desarrolladas, para algunos sectores de la opinión pública, los inmigrantes aparecen como una amenaza para las oportunidades de empleo de sus trabajadores menos cualificados, e incluso para la pervivencia de su cultura, de su identidad. Entre esos dos extremos se mueve el debate sobre la inmigración en Estados Unidos y, sobre todo, en Europa.

En España, la discusión planteada alrededor de la Ley de Inmigración y Extranjería muestra la actualidad del tema. La cuestión central estriba en cómo es posible reconciliar la necesidad económica de importar capital humano, con las resistencias políticas y sociales planteadas a tal iniciativa. Por el momento, el ideal de una inmigración libre no es un objetivo alcanzable y debe ser atemperado por el realismo.

En este artículo se va a realizar una somera exposición de algunos de los tópicos más relevantes sobre la inmigración. En primer lugar, se apuntarán algunas de las causas que impulsan la demanda de fuerza laboral extranjera en las sociedades desarrolladas; en segundo lugar, se formularán las principales consecuencias económicas de la inmigración y, finalmente, se realizará una serie de consideraciones sobre las grandes líneas que podrían orientar una política sensata de inmigración.

Necesitamos inmigrantes

Desde un punto de vista teórico, la libre circulación de personas es una manifestación de la libertad individual, de los ideales tradicionales del liberalismo. Durante el siglo XIX, en el hemisferio occidental, la libertad de inmigración era prácticamente total. Un ciudadano europeo podía moverse con total libertad desde Gibraltar hasta las fronteras de la Rusia zarista. En el Diecinueve, América recibió sesenta millones de inmigrantes, casi todos procedentes de la Vieja Europa. Hasta poco antes de la Gran Guerra (1914-1, no se establecieron cuotas ni restricciones importantes a los flujos externos de personas. Desde entonces, las políticas de inmigración de la mayoría de las economías avanzadas se hicieron cada vez más duras. En Europa, se practicó una estrategia más flexible desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta los años setenta, fecha a partir de la cual la emigración económica comenzó a restringirse de nuevo. En los ochenta y en los noventa, los países europeos han recibido flujos migratorios en buena parte ilegales y en buena parte políticos (refugiados) . Las medidas de control de esos flujos no han surtido demasiado efecto. Sólo en Europa entran entre 400.000 y medio millón de inmigrantes ilegales al año.

La evolución demográfica de los estados de la Unión Europea es uno de los argumentos más poderosos a la hora de explicar la demanda de inmigrantes. En los inicios del siglo XXI, Europa es un área envejecida. Algunos datos ofrecidos por la División de Población de las Naciones Unidas ilustran este problema. Para mantener estable la población en edad de trabajar entre el 2000 y el 2050, dadas las actuales tasas de nacimientos y de muertes, Alemania deberá importar 487.000 inmigrantes/año, Francia 109.000 y la Unión Europea (UE) en su conjunto 1,6 millones. Las cifras resultan todavía más dramáticas si se tiene en cuenta la ratio trabajadores/pensionistas. Para estabilizar esta variable, Alemania ha de atraer 3,6 millones de inmigrantes/año, Francia 1,8 y la UE, 13,5. Esto significa que los estados de la Europa rica se verán obligados a incorporar a sus mercados laborales un creciente número de ciudadanos extracomunitarios. De lo contrario, pesará sobre las futuras generaciones de europeos una carga fiscal creciente, para cubrir los costes del Estado del Bienestar, que puede llegar a ser insoportable y puede frenar de modo drástico el crecimiento económico.

La selección natural de la inmigración

Por lo que se refiere a la oferta, una de las proposiciones clásicas en la literatura económica sobre la inmigración es que los ciudadanos que deciden emigrar son los "mejores" dentro de sus respectivos mercados laborales. Los estudios empíricos realizados muestran que los inmigrantes suelen ser más capaces, más agresivos, más emprendedores que los que deciden permanecer en su lugar de origen . Esta favorable autoselección de la oferta es más intensa cuanto mayores sean los costes de emigrar y los potenciales beneficios obtenidos de esa decisión, extremo que no se produce en el caso de los refugiados políticos y de la inmigración ilegal. El coste de emigrar incluye los derivados del transporte, de la búsqueda de empleo o de la instalación en una sociedad extraña, y también otros de índole no económica (adaptación a una nueva cultura).

Por otra parte, los inmigrantes tienden a poseer características muy deseables desde el punto de vista económico. Comparados con los habitantes del estado anfitrión de su mismo sexo y edad, su actitud ante la actividad económica tiende a ser mucho más dinámica. En un reciente estudio se extraen las siguientes conclusiones para EE.UU., Canadá, Israel, Gran Bretaña y Australia, países con una dilatada experiencia en la importación de capital humano: Primera, su tasa de participación en la fuerza laboral es mayor que la de la población de los estados a los cuales emigran. Segunda, ahorran más porque son más jóvenes (la teoría del ciclo vital muestra que la gente ahorra durante su vida activa y consume cuando se retira). Tercera, suelen trabajar más duro. Y cuarta, presentan una mayor propensión a iniciar actividades empresariales y al autoempleo.

Algunas mentiras sobre los inmigrantes

Al mismo tiempo, los diversos trabajos empíricos realizados en distintos países arrojan tres resultados de suma trascendencia: los inmigrantes no cometen más delitos que la población nativa, sus niveles de paro no superan a los del resto de la población activa y (para bien o para mal) su tasa de fertilidad no es más alta. Así pues, la hipótesis según la cual altas tasas de inmigración implican una elevada criminalidad, un abultado desempleo y una explosión demográfica que puede cambiar radicalmente la composición de la población en los países receptores, no está apoyada por los hechos; es, simplemente, falsa.

¿Por qué unos países son más atractivos que otros para la inmigración? La respuesta a esta pregunta es muy compleja. Las economías que ofrecen mayores oportunidades de prosperar, un marco de libertad y un Estado de Derecho han sido tradicionalmente los destinos favoritos de los inmigrantes. Los EE.UU., Argentina o Australia en el siglo XIX son buenas muestras de ello. Sin embargo, muchas personas eligen dónde emigrar porque ya conocen a gente que vive allí. En estos casos, el inmigrante valora junto a las ventajas materiales que puede obtener, otros elementos que le ayudan a adoptar una determinada decisión. En los últimos tiempos, la posibilidad de beneficiarse de los programas asistenciales del país anfitrión se ha convertido en uno de los motores que impulsan los movimientos migratorios, sobre todo hacia Europa. La localización de la inmigración en ciertos estados europeos, por ejemplo Francia y Alemania, obedece en gran medida a las generosas prestaciones sociales ofrecidas a los inmigrantes, tanto si tienen trabajo, como si no lo tienen. Esto se traduce en un hecho: los inmigrantes toman de la sociedad anfitriona más de lo que aportan, lo que genera un clima hostil hacia ellos.

El argumento político más poderoso contra los inmigrantes es que quitan puestos de trabajo a la población nativa y, por tanto, aumentan el desempleo. La lógica es simple: si el número de empleos es fijo y los extranjeros ocupan algunos trabajos, hay menos disponibles para los nativos. En teoría, el incremento de la oferta laboral producido por los flujos migratorios en algunos sectores, mercados o industrias puede tener "algún" impacto sobre los salarios y/o el empleo. Incluso es posible que en ellos se produzca una elevación temporal del paro hasta que la economía se ajuste. Sin embargo, los estudios realizados sobre esta cuestión muestran la inexistencia de más paro y salarios más bajos para los trabajadores domésticos, en los sitios en los cuales la participación de los inmigrantes en la fuerza laboral es mayor.

Por añadidura, la inmigración contribuye de una forma significativa al progreso económico del país receptor. Los inmigrantes trabajan y producen bienes y servicios. Reciben una parte de los beneficios de esa actividad productiva a través de sus salarios, que utilizan para pagar su inmediato consumo, y también ahorran para consumir más tarde. La aportación de la inmigración a la economía anfitriona no se agota ahí. Los nativos se benefician también de los impuestos pagados por los trabajadores foráneos y del capital humano de los inmigrantes.

El factor determinante del nivel de vida de un país es la productividad de las personas que producen bienes y servicios. Ésta viene determinada por la educación, por la cantidad de capital disponible, por la eficiencia con la cual se usa ese capital, por el progreso tecnológico y por la innovación. La presencia de esos dos últimos factores depende del conocimiento, del capital intelectual existente en una sociedad. A largo plazo, el impacto más importante de los inmigrantes sobre el progreso económico de un país es su contribución al "stock" de conocimientos disponible. La inmigración afecta a la productividad y a la tecnología al estimular a los trabajadores foráneos y a los domésticos a crear nuevas ideas que son una mezcla de las traídas por los inmigrantes y de las existentes en el país receptor. Al mismo tiempo, la afluencia de inmigrantes aumenta el tamaño del mercado, favorece la especialización productiva e impulsa al alza la productividad.

La inmigración ilegal

Hasta ahora, el análisis se ha centrado solamente en la inmigración legal. Ahora bien, la ilegal se ha convertido en una fuente de creciente preocupación. Aunque no existen datos precisos sobre esta realidad (aquí se han ofrecido algunos), los disponibles sugieren la presencia de un grave problema. Sin tener en cuenta sus implicaciones sociales, la inmigración ilegal erosiona el buen funcionamiento del sistema económico, que exige a quienes participan en él la aceptación de las mismas reglas del juego. Además, la tolerancia ante la inmigración ilegal induce a quienes aspiran a convertirse en inmigrantes legales a actuar de la misma forma. A pesar de todo, la lucha contra las entradas ilegales de mano de obra extranjera tiene elevados costes materiales e inmateriales y su eficiencia puede ser escasa. Como en el caso de la economía sumergida, la existencia de una elevada inmigración ilegal sugiere la presencia de un marco regulatorio inadecuado, que resulta incoherente con la necesidad de importar capital humano del exterior. En este sentido, lo más inteligente es reducir los costes de la legalidad, es decir, aumentar el abanico de opciones para ser un inmigrante legal. Esta medida no eliminaría las entradas ilegales pero sí las reduciría.

El número total de inmigrantes que se desea legalmente admitir es el elemento clave de la política de inmigración. Si ninguno de los candidatos a entrar en un país tiene posibilidades de hacerlo, la única opción que le resta es hacerlo de manera ilegal. Si todos los inmigrantes pueden acceder legalmente al país deseado, la discusión carece de sentido. En Europa y, en concreto, en España la alternativa es clara: es necesario un aumento sustancial del número de inmigrantes existente en el país. En este contexto, una estrategia de inmigración selectiva ofrece muchas variantes: seleccionar a los inmigrantes por su nivel educativo, discriminar en beneficio de unos países y en perjuicio de otros, conceder la residencia a los estudiantes extranjeros que cursan sus estudios en el país anfitrión etc. Todas estas medidas inspiran y están incorporadas a la mayoría de las legislaciones sobre el tema. Sin embargo no parecen capaces de afectar de forma sensible al volumen de la inmigración ilegal.
 
Antiguo 01-jun-2007  

Hola a todos

... La Inmigracion es un tema que me parece complejo sin embargo dare unas opiniones personales

Lo ideal seria que la inmigracion fuera legal... porque? porque seria la unica manera en que habria mutuo consentimiento y me imagino que al haber papeles se establece mas o menos que la persona que emigra se debe adecuar a las leyes de ese país.

Ahora la inmigracion ilegal con todo respeto es una invasion(aunque de una persona necesitada economicamente...) pero sigue sinedo invasion.

Este es un mundo competitivo y materialista y todos nos acoplamos a el o deberiamos, no es una hermandad juntada en una sola gran nacion (el mundo esta dividido geograficamente en paises) ... y ademas en ideologias, costumbres, mmmm definitivamente no es una hermandad.

Sin embargo al ser este un mundo competitivo y materialista los inmigrantes van en busca de una vida mejor, porque quieren obtener mas bienes materiales del que pueden en su país de origen... es decir quieren darle lo necesario a su familia. Esto es comprensible sin embargo a veces como en el caso de Mexico y EU que son vecinos territoriales, existe rechazo hacia la cultura de ambos, prejuicios etc ( en muchas personas, no todas y no siempre racismo)

En este tipo de casos me pregunto si es lo mejor la inmigracion, pues poniendo el caso hipotetico de que a mi me desagrada la cultura de EU y soy mexicano ademas odio al gobierno acusandolo de ser el creador de la perdicion en el mundo (exagerando un poquito )

No creen que me veria hipocrita al inmigrar sin papeles engañando a la autoridad para servir al gobierno de ese país con mi trabajo.

P Por eso pienso que es un tema muy complejo, porque tambien podria ser el caso de que yo como mexicano realmente tenga una necesidad de sacar a mi familia de la miseria ( que obviamente hay muchos casos en mexico) y lo unico que me importa es eso, ni los prejuicios, ni la cultura, etc, solo quiero trabajar. En este caso si que pareceria lo mas justo que si mi pais no me puede dar lo suficiente, lo intente en otro pais.

Por eso no puedo rechazar la inmigracion (pricipalmente ilegal) puesto que depende de mi situacion economica.

Bye espero que me den su opinion
 
Antiguo 01-jun-2007  

Cita:
Iniciado por circulo_azul
Lo ideal seria que la inmigracion fuera legal...
Se me ocurre algo mas ideal todavía: que nadie pasara necesidad y que no tuviera que emigrar por motivos económicos o de supervivencia. También sería ideal que una pequeña parte de la humanidad no estuviera derrochando salvajemente los recursos del planeta. Sería ideal que nuestras multinacionales rapaces no pusieran los beneficios por encima de cualquier otra consideración.
¿No os parece muy fuerte que nosotros tengamos tiempo y recursos para estar discutiendo este tema a través de internet, con nuestros ordenadores, y que en este preciso instante haya gente que la está diñando de hambre o por falta de acceso a la sanidad? ¿Realmente vivimos con tanta estrechez como para afirmar que está amenazado nuestro modo de vida? ¿La culpa de que el trabajo esté cada vez peor es de los inmigrantes o de plutocracias ambiciosas y explotadoras, que nunca tienen suficientes beneficios, y que al hecho de no sacar el máximo ya lo llaman perder? ¿Realmente nos sentimos cómodos en un mundo donde un tipejo como Beckham le regala a su novia un consolador de dos millones de dólares, mientras otros no tienen donde caerse muertos? ¿Dónde estan entonces los que ven al culpable siempre en el mas débil, pero no tienen valor de señalar las aberraciones y abusos de los mas poderosos?
Vivo en mi casa con un matrimonio boliviano. Son "ilegales". Ellos están aquí trabajando para sacar adelante a su hijo y poder tener una casa. Estamos muy enfadados con ellos por ser ilegales y estar aquí mandando dinero a Bolivia. Pero ni siquiera se nos ocurre pensar si ese dinero puede compararse al que están sacando nuestras multinacionales del gas y del petróleo en su país, Bolivia. NOSOTROS TAMBIEN ESTAMOS EN SUS PAÍSES, tratando de sacar el mayor partido de sus recursos, SIN QUE REDUNDE EN EL MEJORAMIENTO DE SUS PROPIAS NACIONES.
¿Cuanto tiempo mas podremos seguir manteniendo nuestra isla-fortaleza, alimentada con los recursos de los demás (como el combustible de sangre-petróleo de Irak), y tratando de que los demás no nos invadan?
¿Es tan irreprochable nuestro modo de vida y nuestra sociedad, que podemos identificar inmediatamente al culpable en los desgraciados que vienen en patera?


Post Data:

Pequeña nota-ejemplo ilustrativo a pie de página:

Cita:
La Carta de los movimientos sociales de Bolivia pone el dedo en la llaga pues los principales involucrados en la crisis energética son actores transnacionales que buscan incrementar sus ganancias y no resolver los problemas energéticos de nuestros países. En Argentina, la española Repsol YPF controla el 50% de la producción del gas. En Bolivia, esta misma transnacional posee reservas de 12,9 trillones de pies cúbicos de gas, de los 54,9 trillones de pies cúbicos existentes en territorio boliviano, lo que equivale al 24,8% La petrolera francesa Total, Petrobras, Maxus, Móvil, Arco, BGBC, Chaco y Vintage poseen igualmente importantes porcentajes de las reservas gasíferas bolivianas. Petrobras también actúan en Argentina. La española ENDESA controla en Argentina el 20% de la capacidad eléctrica instalada y la distribución a 2,1 millones de clientes en Buenos Aires, a través de EDESUR. Esta misma transnacionales esta presente en Chile a través de ENDESA Chile.
 
Antiguo 01-jun-2007  

Cita:
Iniciado por circulo_azul
No creen que me veria hipocrita al inmigrar sin papeles engañando a la autoridad para servir al gobierno de ese país con mi trabajo.
Amigo:
Dices si no sería hipócrita emigrar ilegalmente a Estados Unidos engañando a su autoridad. Pero fíjate por ejemplo el modo en que U.S.A está arruinando a los agricultores de tu país con una inundación masiva de grano barato subvencionado, con el que tus compatriotas no pueden competir, y todo gracias al acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA). Están literalmente creando desiertos y pobreza donde antes había campos de cultivo. Es solo un ejemplo.
Y es que resulta muy visible la entrada de espaldas-mojadas y cayucos, pero no son tan llamativos los chanchullos y negociazos de algunos depredadores, tras bambalinas y en la intimidad de despachos, o via telemática, internet, video-conferencia. Eso ni se nota. O por lo menos algunos no lo quieren ver.

Saludos
 
Antiguo 01-jun-2007  

Si queremos que alargar lo inevitable:
Yo creo que el tema se podría atajar desde varios frentes: en primer lugar castigando severamente al empresario que contrate ilegalmente a inmigrantes sin papeles ya que perjudica tanto al inmigrante como a las luchas obreras que consiguieron que un trabajador español ganara un salario y unas condiciones laborales dignas. Segundo, fichando como delincuente a todo inmigrante que acceda ilegalmente a nuestro país y cerrarle las puertas si quiere volver a entrar en unos años. Tercero, endurecer la política de inmigración ya que toda Europa se queja de cómo la administramos. Y cuarto, premiar la natalidad a los ciudadanos españoles.

Si no queremos alargar lo inevitable:
Dejar las fronteras abiertas y acabar todos en la miseria. En unas décadas o cientos de años "puede" que resurgiera otro mundo de las cenizas.
 
Antiguo 01-jun-2007  

Nadie aquí ha demostrado que fuésemos a acabar todos en la miseria más rápido abriendo las puertas que manteniéndolas cerradas. Puede muy bien suceder lo contrario.

Lo ideal sería que no hubiera fronteras.
 
Antiguo 01-jun-2007  

Modo irónico on.
Si, las fronteras deben tener ciertas propiedades osmóticas. Deben permitir el paso de capitales pero no de personas. Y por supuesto en el sentido adecuado. Capitales desde los países esquilmados hacia los desarrollados, pero no de personas, excepto en el sentido también adecuado, de miserables de vuelta hacia sus países.
Modo irónico off.

Una observación curiosa: ¿Por qué se recordará tan a menudo la tasa de inmigrantes en las cárceles, pero no suele hacerse lo mismo con la tasa de esos mismos inmigrantes en los equipos de fútbol de primera división? ¿El orgullo patrio no se vé afectado cuando un deportista de piel oscura y un contexto sociocultural "inasimilable" marca un gol? ¿El gol es nuestro pero el que lo ha marcado no lo es? ¿Son Etoo, Ronaldinho, Ronaldo o Roberto Carlos de Madrid o Barcelona? Para lo bueno si...
 
Antiguo 01-jun-2007  

Ya se ha hablado aquí varias veces de cuestiones similares. Cada uno lo quiere todo para sí, y a los demás que les zurzan. Uno defiende sus intereses por encima de todo, con cualquier recurso, mientras cuando los demás se resisten a ser más explotados o avasallados, se invoca el relativismo moral y se acusa de carcas a los que creen en la justicia o el respeto. Y así nos va: no aprenderemos hasta que todos los tercermundistas se harten de verdad, empuñen sus hoces y vengan aquí a cortarnos los cojones. Será difícil que nos defendamos: nos tocan tres atacantes a cada uno.
 
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